El duelo no entiende de tiempo. Cuando sufrimos una pérdida nos embarcamos en un proceso personal de sanación donde nos preguntamos si alguna vez nos sobrepondremos a la pérdida de nuestro ser querido .
Muchas veces notamos como nuestro entorno tiene prisa para que estemos bien, para que volvamos a ser los de antes, para que dejemos de sufrir y esto nos angustia y nos hace sentir incomprendidos.
Sigmund Freud, después de perder a su hija escribió: “después de una pérdida el estado agudo de pena va descendiendo de forma gradual, y a la vez nos damos cuenta de que seguimos inconsolables y que nunca encontraremos con qué llenar adecuadamente el vacío que ha originado esa pérdida y en el caso de que llegara a cubrirse totalmente, se habría convertido en algo distinto y así debe ser. Es el único modo de perpetuar los amores a los que no queremos renunciar.”
Cuando un ser querido fallece nos deja un gran vacío, llevándose con él una parte importante de nuestra vida que quedará marcada para siempre por la herida de esta pérdida. Así “el duelo consiste en mantener y sostener los lazos vividos con nuestro ser querido, honrar su memoria aún con muestras de dolor pero acompañadas de actos de coraje”.
Ignorar el duelo es ignorar la muerte, la enfermedad y en definitiva la fragilidad del ser humano.
Hay factores que determinan la duración del duelo, como pueden ser:
- La relación con la persona fallecida : Tipo de dependencia con la persona fallecida , características del fallecido como pueden ser edad, sexo, personalidad, temas pendientes que han podido quedar, proyectos que no se han llevado a cabo, etc… Si la relación había sido conflictiva, al dolor por la pérdida se suma el sentido de culpa por no haber propiciado mejores momentos aunque no dependiera del doliente.Cuando es así, la muerte del ser querido reavivará antiguos conflictos que no se resolvieron en su día, sentimientos de abandono infantil, miedos y ansiedades diversas. En este caso, el doliente deberá enfrentarse a la pérdida actual ya las viejas e ignoradas pérdidas.
- Circunstancias de la muerte: La edad del desaparecido así como el modo y el momento de la muerte son factores que repercuten en el proceso de duelo. No es lo mismo que muera un niño que un anciano, que la muerte sobrevenga después de una larga enfermedad en la que la familia se ha ido preparando para el desenlace, que una muerte súbita, que es muy difícil de aceptar o que una muerte por suicidio que además genera un sentimiento de culpa profundo.
- Recursos personales para afrontar el dolor : Dependerá de la personalidad del doliente, de su carácter, de la manera que suelen enfrentarse a los conflictos, de la confianza en si mismo, de la madurez emocional, de haber o no tenido otros duelos de los que vea que se puede salir, de la posibilidad de expresar el dolor, etc…
- Apoyo familiar y social: Aquí la familia es fundamental y puede tanto entorpecer como ayudar a elaborar el duelo, si se premia la fortaleza y el no mostrar el dolor y la tristeza no se podrá llevar a cabo un proceso de duelo satisfactorio. Los amigos, profesionales y grupos de ayuda mutua (GAM) pueden ser importantes medidas de apoyo y consuelo para el doliente.
El duelo no tiene fecha de vencimiento, como no la tiene el verdadero amor